Todo es para la Gloria de Dios.
A veces, pensamos que Dios controla todo. Si tenemos salud o enfermedad, si tenemos suerte o no, si tenemos prosperidad o somos pobres -- decimos que todo es la voluntad de Dios.
El evangelio de San Juan, es claro que Jesucristo permitió la muerte de su amigo, Lázaro. Cuando las dos hermanas de Lázaro mandaron decir a Jesús: “Señor, el que tú amas está enfermo”, Jesús declaró, “Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios, y por ella se manifestará la gloria del Hijo de Dios.”
Glorificar a Dios es fácil cuando estamos felices y tenemos mucho éxito en lo que hagamos. Que es bastante duro es glorificar a Dios en todas las circunstancias de nuestras vidas. En sufrir, en perder alguien muy cerca de nosotros, cuando pasa algo muy horrible, también hay de glorificar a Dios.
Dios no está encargado de todo lo que pasa en el mundo. Dios permite desastres naturales, dolores físicos y mentales, el nacimiento y la muerte. Dios no quiere cambiar el curso del mundo. Lo que requiere Dios es, en todo, lo glorificamos.
Dios permite que nosotros ejercimos nuestras voluntades. La voluntad libre es el regalo mas precioso que Dios nos da. Es precisamente en el ejercicio de la voluntad libre que Dios se glorifica. Las decisiones que oprimen a los demás, lo que hagamos para servir a nos mismos en ves del prójimo, la elección del pecado no sirven para la gloria de nada o nadie.
Jesús “gritó muy fuerte, ‘¡Lázaro, sal fuera” La muerte de Lázaro fue la ocasión de mostrar la gloria de Dios. “Y salió el muerto.” Cuando enfrentamos el pecado, el mal, las resultas destructivas de nuestras decisiones, y cambiamos el muerte a la resurrección, también hay ocasiones de mostrar la gloria de Dios. Cuando luchamos para la liberación humana, es un grito muy fuerte, ¡Lázaro, sal fuera!
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