En la Santísima Trinidad reconocemos Dios como Dios.
El ser humano nunca puede entender Dios como Dios.
Hay un chiste del hombre que habló con Dios: Dios le invitaba a preguntarle cualquier cosa -- Y el hombre le decía: "Señor Dios, para usted, ¿como le parece un millón de años?" Y Dios le respondió: "Para me, un millón de años son como un momento." El hombre lo pensaba, y luego le preguntaba "Señor Dios, como le parece un millón de dólares". Y Dios le respondió, "Para mi, un millón de dólares es como un centavo." Y inmediatamente el hombre le pedía de Dios: "Señor Dios, favor de darme este centavo". Y Dios le respondió, "Claro. Espera un momento."
Nunca puede entender la Naturaleza de Dios como Dios. Es algo totalmente ajeno a la capacidad humana de comprender.
Hay una historia de un santo que estaba tratando de entender la Santísima Trinidad. Le causó mucha pena de no comprenderlo. Un día caminaba cerca de la mar, muy pensivo por este acertijo. Pasaba que encontraba un niño, jugando en la playa. El santo miraba el niño tratando de llenar un hoyo en la arena con agua. Y cada balde de agua que ponía en la arena inmediatamente desaparecía. Por fin, el santo le decía al niño:"Hijo, nunca vas a llenar la arena con agua." Y respondía el niño, "En la misma manera usted nunca comprenderá la Santísima Trinidad".
La iglesia siempre enseñó que la Santa Trinidad es un misterio. Un misterio sagrado de nuestra religión no es para confundir la gente o esconder la verdad. Es para dar forma y vida a algo que es incomprensible, para que nosotros, como seres humanos, podemos relacionarnos con El. Es incomprensible que este amor de Dios quiere incluirnos en su propia vida, en su relación tan intima, que es la Santísima Trinidad.
Lo que libera el ser humana es una relación. Sin relación, siempre estoy un esclavo a mi soledad, a la decepción de si mismo, los límites que yo impongo a mi mismo. Por eso, la liberación última es la relación con si mismo que nos ofrece Dios.
La vida interior de esta familia parece el juego de los niños y niñas. Las Personas de la Trinidad se divierten en la presencia del uno al otro. Por eso, cuando yo veo a unos niños o niñas jugando, yo estoy cerca de la Trinidad. Cuando oigo los gritos de los estudiantes en la escuela durante del descanso, oigo la canción de Dios.
¡Tenemos mas que el centavo de Dios que es igual a un millón de dólares!
¡Que compartimos, usted y yo, es la vida profunda de Dios!
¡Que gozamos es la Liberación perfecta!
¡Que entramos es la relación intima entre Padre, Hijo, y Espíritu Santo!
Y nos dedicamos a luchar contra las fuerzas que oprimen los niños y las niñas del mundo -- la pobreza, el abuso de niños, la guerra y la violencia. !Los niños tienen que jugar, para recordarnos de Dios!
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