Las semanas después de Las Pascuas son el tiempo de “Mistagóguia”, es decir, tiempo de explicar a los recién bautizados la fe y, en particular, el significado de la Resurrección de Cristo Jesús.
En las dos semanas inmediatamente después de Las Pascuas, buscamos y encontramos la presencia del Cristo Resucitado.
Y el primer lugar donde lo encontramos es en la fe. En el evangelio de hoy, a sus discípulos les muestra “la marca de los clavos en sus manos, y la herida del costado”. Porque las han visto, creyeron.
Hay personas que no creen porque no pueden ver la presencia de Dios. Porque hay cosas feas que pasan a la gente que nadie puede explicar, piensan que no hay Dios bueno. Jesús nos dice “Felices los que creen sin haber visto” Muchas veces solamente podemos ver las heridas del Señor, en nuestras propias personas, en nuestras familias, en los pobres del mundo. En las meras heridas, encontramos Cristo Jesús. En tocar los daños del mundo, metamos nuestros dedos en al lugar de los clavos y palpamos le herida del costado.
También, encontramos la presencia del Cristo Resucitado en la comunidad cristiana. La primera lectura de los Hechos describe la asamblea de los fieles que tiene “un solo corazón y una sola ama”. Nosotros somos la asamblea del Cristo Resucitado. Podemos reunir, cada uno con sus heridas. Y en esta asamblea, encontramos el amor de Dios en el amor de los demás. La presencia de Cristo Resucitado está la fe de la comunidad. Como una comunidad de la liberación, tocamos a una a otro, y al mundo herido, con la compasión del Cristo.
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